¿Miedo en las células?
Cómo el vivir con temor y bajo represión puede alterar las células en nuestro cuerpo.
Cada célula de nuestro cuerpo es un organismo consciente y el entramado reticular que forma la estructura del citoplasma, sufre reacciones contráctiles cuando hay un cambio en el medioambiente.
Cuando los cambios medioambientales ponen en peligro las funciones basicas de la célula, las contracciones son más intensas.
Inician cambios que llegan hasta el núcleo, induciendo al ADN a revelar información para la fabricación de proteínas eficaces que mantengan el equilibrio.
El miedo intenso provoca la secreción de distintas substancias como una respuesta biológica y metabólica que incentiva tres respuestas posibles instintivas:
1) Huída
2) Ataque
3) Parálisis
Las dosis son las adecuadas, proporcionales a la intensidad del estímulo.
El miedo sostenido en el tiempo
Pero cuando al individuo se lo somete a un miedo sostenido, las cantidades segregadas son mayores y se producen disfunciones en las células y en los órganos.
La división incontrolada de la célula, es un recurso de defensa de la «manada celular» ante el «miedo celular» cuando se ve atacada por agentes externos.
Es como si la célula dijese «vamos a reproducirnos que así somos más frente al enemigo», o «vamos a proteger (siendo más), determinada zona del cuerpo».

La conducta de las células pulmonares es un buen ejemplo de ello.
Si el individuo tiene miedo a morir:
Para el cuerpo podría ser un miedo a dejar de respirar.
Entonces las células que forman los alvéolos pulmonares comenzarían a reproducirse con la intención de aportar mayor cantidad de aire al pulmón.
Este crecimiento descontrolado puede terminar por formar un tumor.
Y ésto es lo que me hace encender la alarma cuando veo las campañas de propaganda:
Estas inducen al miedo a la muerte.
Esos nefastos mensajes no los considero beneficiosos según esta teoría, ya que el miedo que infunden nos desequilibra.
No creo en el miedo como herramienta de prevención.
Las células y el miedo
En la región de la amígdala en el cerebro, encontramos un tipo de células especializadas en las respuestas al miedo.
Un gen que codifica una enzima conocida como proteína quinasa C-delta (PKC), se expresa en las neuronas.
Lo hace dentro de una subdivisión del núcleo central de la amígdala, la parte de la amígdala que controla la salida miedo.
El neocórtex también influirá de forma determinante a la reacción posterior.
En la puerta de salida de la amígdala se produce una dinámica de sube y baja con dos conjuntos de neuronas cuyas funciones son opuestas:
Un grupo tiende a inducir a una reacción de miedo y el otro grupo induce a una reacción de no tener miedo.
Al activarse uno de estos grupos más que el otro, se abre la puerta que da salida a la orden
desde la amígdala para inducir a la secreción de unas u otras substancias.
(Nicholas Wall y Callaway Edward del Instituto Salk para Estudios Biológicos, Ponnusamy Ravikumar, Michael Fanselow, Jonathan BIAG , y Hong-Wei Dong de la Universidad de California en Los Ángeles, y Karl Deisseroth la Universidad de Stanford).
En el hipotálamo encontramos la fábrica de péptidos producidos de acuerdo a las emociones experimentadas.
Todas las células tienen receptores para las neurohormonas o neuropéotidos que se producen.
Y de acuerdo a la clase que reciba, se estimulará al ADN a realizar una función u otra.
Cuando una célula recibe regularmente un péptido (éstos se unen a los receptores como llaves a la cerradura) se hace tolerante a él.
Se produce un acostumbramiento tal como el de una adicción.
Curiosamente, eso es lo que provoca en muchos casos, que tengamos ideas fijas o hábitos de pensamiento y que nos cueste tanto cambiarlos.
El uso sostenido de los mismos circuitos cerebrales. También explica por qué al tener un miedo sostenido, se crean pensamientos obsesivos y recurrentes.
El objetivo de la naturaleza al crear esta dinámica, es que podamos asociar inmediatamente una emoción a una respuesta que nos ha sido útil en el pasado.
La naturaleza es estrictamente económica y para ella no hay tiempo que perder. Ahorra energía automatizando procesos.
Esta «fijación» nos ayuda por ejemplo a relacionar el fuego con el dolor de una quemadura y mantenernos alejados de él.
Las células y el miedo sostenido en el tiempo.
Ante un miedo permanente, son varias las substancias que por su cantidad descontrolada resultan tóxicas para el organismo:
Catecolaminas como la adrenalina que sobreestimula el músculo cardíaco, permitiendo la entrada abrupta de grandes cantidades de calcio.
El calcio gatilla las contracciones del músculo cardíaco.
Además la adrenalina se dispara para producir la coagulación en el torrente sanguíneo en caso de que haya un derrame por una herida.
El miedo dispara estas defensas del organismo.
Los órganos controlados por el cerebro antiguo (cerebro reptil), como pulmones, colon, hígado o riñones, responden con crecimiento en los tejidos.
Y los órganos controlados por el cerebro más reciente, responden con la pérdida tisular (ovarios, testículos, laringe, nódulos linfáticos, etc.).
El miedo y el amor son emociones antagonistas y las que producen las reacciones más intensas en el organismo.
Cada individuo procesará difentes dosis de secreciones según esté condicionado su cerebro por su educación y su experiencia personal.
No todos reaccionamos de la misma forma ante los mismos estímulos.
Las células tienen memoria no sólo de la experiencia personal, sino de la experiencia de la línea genética y de toda la experiencia de la especie.
Esto equivale al estrés.
Los efectos de un miedo sostenido los podemos ver fácilmente en nuestras sociedades conectadas a los medios de comunicación de masas.
Las tasas de mortalidad aumentan en problemas cardiovasculares(anteriormente expliqué el matabolismo de este miedo debido a las altas dosis de calcio en los músculos cardíacos).
También podemos encontrar los rastros metabólicos del miedo sostenido y de la represión sostenida en las poblaciones de las cárceles.
Las enfermedades más comunes en las cárceles son las infecciosas, pues entre otros factores, el confinamiento y la privación de la libertad, inducen al mal funcionamiento del sistema inmunológico.
HIV y tuberculosis, son muy comunes. Luego tenemos la depresión, uno de los efectos de la privación de la libertad.
Pero tenemos un atajo maravilloso José Luis, y es que el cerebro no distingue entre estímulos reales o imaginarios.
Las células pueden ser «engañadas» o los «brain hacks»
Si te digo que pienses en que estás mordiendo un limón, aunque el limón sea imaginario tu boca segregará saliva.
Y además tu estómago los ácidos necesarios paramantener el PH cuando el jugo llegue a él.
Recuerdo muy bien una etapa de mi recuperación cuando en plena sesión de grupo, reviví un episodio en el que un manojo de tipos me atraparon en la calle y casi me matan de la golpiza que me dieron.
De pronto entré en trance y fue como si lo estuviese viviendo de nuevo. Pero esta vez, en vez de quedar tirada en la calle ensangrentada y dolorida, los compañeros de mi grupo me estaban abrazando y besando.
Entonces inmediatamente las células cambiaron el resultado: ahora relacionaban esa situación con algo amoroso y ya no como algo violento.
Eso es lo que hoy me permite caminar por las calles de Copacabana disfrutando del sol carioca.
No lo hagas sin supervisión
Cambiar la memoria celular implica atravesar de nuevo la situación traumática y eso produce tanto miedo que muchas personas no logran aprovechar esa capacidad biológica de auto-curación.
Hablar del tema creo que es fundamental, es lo que dispara y activa los circuitos neuronales donde está alojada esa memoria traumática.
Pero lo difícil es volver a disparar la reacción como si el estímulo fuese real, para ello hay que visualizar el momento con mucha concentración.
Imaginarlo con todos los detalles e intentar volver a él, y que los resultados sean diferentes.
Lo que desactiva el miedo es el amor. Pues las substancias segregadas por uno y por otro son perfectamente antagonistas.
Los niveles de miedo en nuestras sociedad son impresionantes.
Estimulados por los mensajes en los que nos dicen que la todo empeorará, que podrás perder tu empleo, que no podrás pagar la hipoteca…
Miedo, miedo, miedo.
Activas tu atención a mil cuando encuentras un estímulo amoroso. Pones todos tus sentidos en ello.
En cosas simples y cotidianas. Por ejemplo si ves una pareja abrazándose, dejas ti mirada allí y los contemplas.
Cuando ves que perros jugando con otros perros, obsérvalos, disfruta. Imprégnate de ese momento.
Cuando una persona te demuestra su amor, ábrete como una flor a esa manifestación.
Ves que alguien canta mientras hace su trabajo, lo miras largo y tendido, escuchas su canción.
Un un negocio el dependiente te atiende con una sonrisa, la incorporas a tu propio rostro.
Buscando en la naturaleza
Nuestro Planeta Tierra es una fuente de amor impresionante.
Por ejemplo se manifiesta en la producción de iones negativos antes de las tormentas, en las zonas de grandes cantidades de agua en movimiento como en las cataratas y cascadas o en la orilla del mar.
Intenta absorber todo el amor que haya en el medioambiente, y curiosamente éste comienza a crecer dentro de ti.
¿Por qué?
Porque tus células incrementan los receptores a las endorfinas (polipéptidos largos de más de 10 aminoácidos) y comienzan a captar más y más de lo que nade en el torrente sanguíneo.
Este acostumbramiento hace que ti cerebro vaya a por más cuando los niveles bajan.
Tu organismo te llevará a tomar decisiones que te acerquen a esa «droga endógena» cuya fuente está en el deporte, las buenas relaciones, los buenos paisajes o la interacción cariñosa con los animales.
El aparato perceptual puedes dirigirlo tú. Tu atención es tuya, por lo que puedes elegir dónde ponerla.
Por el contrario, evita prestar atención a las señales de miedo inducido.
Parece tan «frívolo» (porque lamentablemente hemos frivolizado el amor que es la fuerza curativa más poderosa) sin embargo, es real y funciona. Puedes entrenar a tu cerebro para que te induzca a buscar más de lo bueno y descartar lo destructivo.
Una vez que las células tienen suficiente cantidad de receptores en la membrana, irán a por más.
Esto es lo que mantiene a la gente enganchada al deporte o a la música y el baile.
Y demasiados receptores de la adrenalina los tendrán enganchados (por ejemplo) a los deportes de riesgo.
Claro, los extremos son malos. El cuerpo busca equilibrio.
Hay que practicar para aprender bien el truco. Los actores por ejemplo la tienen más fácil.
En su formación reciben muchas técnicas de entrenamiento emocional.
Stanislavsky era uno de los precursores de utilizar la memoria emocional que es también la memoria celular.
Espero que intentes preocuparte menos sobre el miedo en las células e invitarte a probar las sesiones de Homostesia. Y si quieres, te pongo un café, esta vez, muy rico, del Brasil.