Soltar el control…qué bien nos hace.
Cuando estudiamos la naturaleza, nos encontramos con que ésta, es aparentemente regida por una inteligencia que se manifiesta en las dinámicas de las fuerzas fundamentales.
En la perfecta geometría en el diseño, en todos los procesos que comandan las funciones vitales de los organismos.

Nuestro cuerpo es un ejemplo clásico de esta inteligencia. Funciona las 24 horas realizando distintos procesos más allá de nuestra conciencia e intervención. Esos procesos son asombrosos y nunca aleatorios o azarosos.
Soltar el control de la naturaleza
La auto-regulación del planeta Tierra es otro ejemplo de esta inteligencia que subyace en la salinidad de los océanos, en la regulación de la entrada de los rayos cósmicos o en la auto-regulación de la biomasa.
Muchas personas me preguntan ¿Qué tengo que hacer frente a estos cambios planetarios? e incluso hacen cursos y pagan para «aumentar la vibración» y estar en resonancia con el planeta…
A ver, si llueve (un proceso natural), lloverá a pesar de lo que hagas.
Este cambio planetario también es natural, y si la vibración de la Tierra aumenta, hagas lo que hagas tu vibración también aumentará.
Hagas un curso o lo dejes de hacer, vives en la cavidad de resonancia terrestre y si ésta aumenta su vibración, pues TODO lo que se encuentre en esta cavidad, vibrará a frecuencias más altas.
Este «tengo que» se nos ha instalado en un proceso de educastración manipulativa.

Entonces no confiamos en la naturaleza, en su inteligencia y en su capacidad. Tampoco confiamos en la capacidad natural de nuestro cuerpo a adaptarse a los cambios, a auto-curarse de las enfermedades y a auto-regularse.
Un ejemplo clásico: tomamos vitaminas. Sin embargo, tu cuerpo no absorberá vitaminas que no necesita…y tampoco absorberá vitaminas (aunque las ingieras) si existe en ti un proceso emocional que te lleve a bajar los niveles de inmunidad…
Eliminamos las bacterias usando todo tipo de productos anti-bacterianos como aerosoles y líquidos, y con ello matamos también a las bacterias que sirven para nuestra salud y protección, y además desequilibramos el mundo de las bacterias, tan esencial para nuestras vidas.
Lo controlamos todo. Y no sólo controlamos lo que hacemos nosotros sino que nos pasamos buena parte del día controlando lo que hacen los demás. Los juzgamos, miramos la paja en el ojo ajeno.
Controlamos los rayos UV como si la Tierra no supiese hacerlo, controlamos el clima y controlamos el crecimiento de las plantas.
¿Cuál es el origen del control?
Pues el miedo. El miedo es el origen del control. La desconfianza. La falsa creencia en que si nosotros no intervenimos, todo saldrá mal.
A veces, y en muchas de las situaciones de la vida, hay que hacer exactamente lo contrario: SOLTAR Y CONFIAR.
Sabemos hace muchos años que la naturaleza actúa regulándolo todo en pro de la vida. Sabemos que la mayoría de las funciones del planeta son realizadas para conservar la vida en su seno. Lo viene haciendo hace miles de millones de años, y lo sigue haciendo hagamos lo que hagamos.
Un reciente estudio realizado por los investigadores Aapo Rautiainen, de la Universidad de Helsinki (Finlandia), y Paul Waggoner, de la Universidad Rockefeller (Estados Unidos) revela que los bosques de nuestro planeta están absorbiendo mucho más CO2.
La densidad forestal ha aumentado en 68 países que representan el 72% de la masa forestal mundial.
Tiramos agua dulce en el océano, pero la inteligencia de la que hablo, se ocupa de regular su salinidad y mantener la vida marina.
Creemos que controlamos todo, cuando el 100% de lo que hacemos cotidianamente está regulado por esta inteligencia, cuya naturaleza es omnipresente y cósmica.
Muchos viven sin saber que SON la naturaleza. Tan lejos de ella nos han llevado las ideologías y las creencias, que se vive como si fuésemos algo que está separado de la naturaleza… cuando SOMOS ella.
Bianca Atwell
Creemos que un psicólogo o un psiquiatra terminará con nuestra depresión invernal u otoñal, pero no podrás evitar que sea el clima (los meses en que hay menos luz solar) quienes cambien tu estado de ánimo.
Son mucho más potentes los factores NATURALES en el control de tu vida, que tu propia intervención consciente en ella.
Dependemos de los ciclos lunares (¿qué vas a hacer?), de los ciclos solares (¿vas a controlar las tormentas solares también?) dependemos de las rutas orbitales de nuestro sistema solar en la galaxia…
¿Cuánta gente se pone a hacer dieta porque se ve gorda y no logra bajar?
¿No será que esa persona está pre-ocupada porque no llega a fin de mes, entonces su cuerpo absorbe la mayor cantidad de grasas y proteínas posibles de los alimentos esperando que éstos no estén disponibles?
No son algunos, son TODOS los procesos vitales los que están regulados por una inteligencia cósmica, nuestra intervención es mínima.
Por lo que en muchas situaciones, se trata de soltar el control, soltar y confiar en la sabiduría de esta inteligencia evolutiva que lleva tantos años desarrollándose.
Me preguntan: ¿Qué hago para evolucionar?

La evolución corre más allá de lo controlable. Es un juego que nos condiciona a todos, pero nosotros no podemos controlarla, no podemos dirigirla.
Llega, hace que una nueva combinación de genes comience a expresarse y el papel del organismo es simplemente vivir esa experiencia.
Pero nosotros intervenimos, queremos ser los manipuladores de la existencia. Esta actitud de «querer evolucionar» se parece a cuando tenemos cuatro años y queremos «ser grandes»…
Soltar el control sobre los demás
El rol de co-adict@ está en nuestras sociedades y favorece el consumo
Bien, la co-adicción es un proceso muy bien instalado en nuestras culturas de consumo que favorece que el adicto siga dañándose. Por cada adicto, otro asume el rol de controlarle.
Si por el contrario, comenzamos a soltar algunos de los controles innecesarios…
El control de lo que consumen los demás
Por ejemplo el más común de todos, el control de lo que hace el otro:
¿Tú crees que si le dices a un alcohólico que deje de beber éste lo hará?
Pues deja ya de fijarte en lo que bebe el otro, porque tú no debes controlar lo que hacen los demás y mucho menos cambiarlo.
¿Tú crees que podrás hacer que un fumador deje el tabaco porque tú se lo dices? Pues desengáñate: fumará más.
Este rol auto-destructivo (controlar lo que hacen los demás) surge muchas veces por la incapacidad de resolver los conflictos propios.
El controlador delega la ATENCIÓN que debería tener en sí mismo y la pone en lo que hace el otro.
Así, mientras cree que está ayudando «al pobre adicto» en realidad está descuidando su propio organismo evadiéndose de poner la ATENCIÓN en sus propios conflictos o desafíos.
¿Cuántas veces ponemos la ATENCIÓN en lo que hacen o dejan de hacer los demás?
La enfermedad del CONTROL es una de las más comunes de nuestra sociedad. Viene dada por la evasión y por el miedo.
Como no tenemos confianza, tenemos miedo a perder el control, no confiamos en que las cosas pueden salir bien si no intervenimos.
Y además el control es el síntoma más claro de una adicción, somos sociedades de consumo y por lo tanto en nuestras sociedades somos adictos.
Con esa adicción (a lo que sea, a la TV, a la información, a la play, a las apuestas, al tabaco, al alcohol, a otras drogas, a las personas) vienen las conductas de control añadidas.
Entonces nos convertimos en controladores. Lo medimos todo, lo cuantificamos todo, queremos tenerlo todo en orden.
Y eso es una ilusión.
Cuando crees que puedes poner orden…
Pues poco viene dado por lo que hagamos, sino por fuerzas mucho más poderosas que dependen de órbitas planetarias, de densidad del plasma solar, de ciclos cósmicos y de procesos evolutivos en constante desarrollo.
Poco somos conscientes de nuestras estigmergias y del gran entramado biológico en el que vivimos todos.
Somos resonadores, actuamos como osciladores armónicos, de la información que está en el campo noosférico. Las energías que nos llegan, las vibraciones, la codificación y la información resuena, en nosotros y actuamos como amplificadores, siempre y cuando no intervengamos con nuestro control enfermizo.
Ocuparse de uno mismo, es la tarea más digna de un organismo. Porque hacer eso (si sientes la necesidad imperiosa siempre de hacer algo), mágicamente (naturalmente) hace que contribuyas al desarrollo y la evolución de los demás.

Controlamos el tiempo, con un calendario gregoriano arbitrario que ni siquiera sigue los ritmos cósmicos…
¿Soltar el control del tiempo?
Es un regalo que pocos se atreven a hacerse a sí mismos.
Sín embargo, todavía quedan algunos humanos que viven sin más reloj que el de los astros…
El humano que vive no civilizado, no tiene reloj. Lo despierta su glándula pineal (ajustada al reloj biológico) cuando ésta recibe las frecuencias exactas de luz solar que indican que ha llegado la hora de despertar.
Sale a buscar comida porque tiene hambre, lo hace cuando su cuerpo se lo pide. No tirará la flecha antes de que la presa esté en el lugar exacto:
Esperará a que las señales se lo indiquen. Escuchará la selva, escuchará las señales y se adaptará.
Se irá a dormir cuando se lo diga la Tierra, cuando su pineal sepa que es de noche, del mismo modo que lo hacen todos los mamíferos cuando llega la hora. Pero este humano natural, no sabe que existe una glándula pineal, simplemente se deja llevar por lo que siente. SENTIR.
¿Dónde pones tu atención?
Una función vital y fundamental de la existencia. Nos pasamos tanto tiempo controlando, que no prestamos atención a lo que sentimos.
Y en el sentir está la guía de supervivencia de cualquier organismo.
Sentir es tener la ATENCIÓN en lo que se siente, y no tenerla en controlarlo todo o tener la ATENCIÓN en lo que hace el otro.
Soltar el control y dejarse llevar, significa atender a lo que sentimos, darle rienda suelta a las emociones para que éstas se expresen como guías de supervivencia.
¡Sentirlas al menos!
Por último: no necesitas ningún curso para evolucionar, simplemente estás evolucionando todo el tiempo.
Evolucionarás y eso será irremediable.