La reseña de Alma Damades Moreno de la catarsis colectiva vivida en la Noosfera.
Con la eficiente régie de Boris Dulon, la noche del 5 de Junio del 2012, Bianca Atwell presentaba su espectáculo multimedial «La Noosfera», un varieté científico y futurista de 2 horas de duración, en el que la artista provocó una catarsis colectiva con todos los asistentes al evento.
Y así sucedió…

Pero todos fueron llegando a esos estados de liberación, alegría y celebración… poco a poco.
El primer personaje de Bianca, fue el de «El Animal«, una alegoría y un recordatorio de que aún con tanta evolución y tecnología.
Los humanos no hemos dejado de ser animales.
Para lograr el personaje diseñado por ella, y con el arte de aerografía del artista Miro Matev y el maquillaje de Charo Tovar, entrenó durante dos meses su cuerpo con la ayuda de un fisioterapeuta y los masajes de Carlos Maldonado.
La idea era mejorar la lesión escapular que Bianca lleva hace años, de dolor permanente con el que ya aprendió a convivir, pero que no le impide posturas tan espectaculares como ésta:

Mientras caminaba en cuatro patas olfateando los cuerpos de los asistentes y jugando con ellos, nos iba haciendo distintas preguntas y solo se retiró por el foro hacia el camarín, cuando logró que del público surgiera la palabra «SENTIR«.

Luego vimos un documental maravilloso sobre la evolución de la Tierra, otra obra de arte que la multifacética artista que siempre nos sorprende con sus animaciones en 3D y sus personajes, como éste que veremos ahora:
«El Crononauta»
n viajero en el tiempo que vino a decirnos que no entendía nada de física cuántica pero sí nos demostró que entendía de la vida…
Compadrito, rebeldón y un poco fresco, «El Crononauta» es un homenaje que Bianca hace a su abuelo, el que nos contaba que todos los días hasta morir, decía:
-«Qué linda es la vida«.
Nos sorprendió luego con un tango que Bianca compuso a los 15 años de edad, acopañado al piano por Gustavo Pol, que virtuosamente supo intervenir con música y sonidos electrónicos durante todo el espectáculo.
Una ambientación creativa y fundamental, en una armonía absoluta con la artista, ya que ambos son buenos improvisadores y han demostrado saber trabajar con la energía del público en tiempo real.
El sonido y la iluminación, fueron llevados a cabo por el equipo de El Molino, y Manuel Garrido Ramos en el seguidor.
«La Vieja»
Una pastora de ovejas, apareció con todas ellas (incluida la bella oveja negra) y su perro imaginario «Rufo», para hacernos reir y también reflexionar sobre nuestra libertad.
El público se iba abriendo poco a poco como las flores en la primavera, entre personaje y personaje, Bianca Atwell, la mujer de las mil almas.
Nos hacía entender que la teoría en la divulgación científica tan personal que ella desarrolla, pierde relevancia frente a la experiencia propia.
La intención de esta señora tan creativa y aventurera, era llevarnos a la experiencia directa.
Amador Rojas
Y por eso, también nos hizo el regalo de invitar al increíble bailaor Amador Rojas.
Otro creador ecléctico y vanguardista, quién nos llevó a vibrar con su cuerpo tal y como vibra el mismísimo Planeta Tierra.
Me sucedieron tantas cosas en el teatro El Molino, y esta noche tan mágica durante el único e irrepetible (en mi vida) Tránsito de Venus.
No me alcanzan las palabras para describir tantas emociones.
Ví a la gente gritar, expandir su pecho, bailar, cantar, reirse y ofrecerse a celebrar juntos… sin inhibiciones…
Sentí esa conciencia de manada de la que Bianca nos habla en sus conferencias, y vibré algo que solo un ser que está abierto a la experiencia sin límites, puede provocar en un ámbito urbano y en un momento tan complicado como éste.
Es evidente que la propuesta de esta artista e improvisadora nata no es aburrirnos con la teoría científica (¿La usa como excusa?)…
Sino mas bien siento que insiste en ayudarnos a expresar al mundo el maravilloso potencial que todos llevamos dentro.
Gracias Bianca. Gracias y que todos los dioses del Universo te bendigan.
Alma Damades Moreno